Melancholia: una ontología del presente

Posted: domingo, 4 de diciembre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , , ,
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Título: Melancolía
Título original: Melancholia
Dirección: Lars von Trier
País: Francia, Italia, Alemania, Suecia, Dinamarca
Año: 2011
Duración: 130 min.
Género: Drama, Thriller, Ciencia ficción
Reparto: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling, John Hurt, Alexander Skarsgård, Stellan Skarsgård, Brady Corbet, Udo Kier, Jesper Christensen, Cameron Spurr, Deborah Fronko
Guión: Lars von Trier
Web: www.melancholiathemovie.com
Distribuidora: Golem Distribución
Productora: Zentropa Entertainments, Memfis Film, Slot Machine, Eurimages, BIM Distribuzione, arte France Cinéma, Zentropa International Köln
Presupuesto: 7.400.000,00 $
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Anoche Melancolía ganó varios premios en el festival celebrado en Berlín, fue la gran triunfadora. Aunque  Kirsten Dunst no se llevó ningún premio, hoy quiero dedicar un pequeño comentario centrado fundamentalmente en el personaje conceptual que la actriz interpreta magistralmente.


Una ontología del presente 
                                                                                 "El esfuerzo inútil conduce a la melancolía" Ortega y Gasset.    
A diferencia del cine de montaje tradicional, cuyo encadenamiento cerrado de imágenes impide al espectador que tenga tiempo suficiente para pensar - como bien supo criticar Walter Benjamin - Von Trier realiza un "cine de mostraje”. Mediante técnicas como la cámara en mano o el uso de largos planos secuencia, el director consigue captar la vida en su hacerse a la vez que abre al público la posibilidad de una libre asociación de ideas, del mismo modo que si estuviese observando una pintura. La ambigüedad del cine del polémico director danés, la falta de un sentido unívoco y homogéneo, lejos de transmitir una verdad objetiva, muestra el acontecimiento para que lo interprete el espectador activo y atento.

Melancholia se inicia con una poesía audiovisual apoteósica. Tristán e Isolda de Richard Wagner suena mientras se suceden imágenes hipnóticas, “pictorizadas” y ralentizadas llenas de belleza y sugerencias. La cinta promete. El prólogo será la antesala de la conclusión. También tiene dos partes diferenciadas y un final apocalíptico: la primera se centra en Justine, interpretada por Kirsten Dunst, y la segunda en su hermana Claire, Charlotte Gainsbourg. Ahora bien, el objetivo de este comentario no es explicar la película o hablar del reparto sino aprovechar algunas de las sugerencias de su simbolismo y sus analogías, centradas a partir de Justine, para hacer una ontología del presente.

Para empezar cabe destacar la continua analogía entre el drama familiar y la tragedia cósmica que se avecina. Lo que acontece es inevitable, ontológico. La melancolía atrapa a Justine como un ovillo de lana gris que se le engancha arrastrándola, del mismo modo que el planeta Melancolía se acerca inexorablemente a la Tierra afectando hasta sus más firmes cimientos. 

La madre de la protagonista, una incrédula incapaz de engañarse ni en el día de la boda de su hija, recuerda que una profunda crisis de valores impregna el presente; una crisis que muestra la vacuidad de nuestra época incluso en los personajes que parecen más fuertes: primero el novio de Justine le reconoce que era absurdo esperar algo y, más adelante, el marido de su hermana se suicida atemorizado ante el inminente final del mundo sin ser capaz ni de dejar unas pastillas para su familia.

Justine quiere tener una vida personal pero no puede. La protagonista necesita empuñar su destino para poder arraigarse en el mundo y no hundirse en la melancolía. Al contrario que antes de la Modernidad cuando cada ser de forma natural tenía un puesto asignado en el cosmos que jamás podía perder – se podía ser un buen o un mal caballero pero siempre se seguía siendo lo que había tocado en el orden divino, aunque uno se convirtiera en una deshonra condenable y expulsable  –, Justine sabe que su ser depende exclusivamente de su capacidad para apropiarse de sí misma. Lo intenta pero es un esfuerzo inútil, lo único que consigue poseer es la esencia de una envoltura temporal de las cosas que no puede alcanzar. Sin un pasado desde el que impulsarse pero con el recuerdo de un futuro inalcanzable, su vida se presenta como una pasión inútil en un presente sin curvas, infinito. Y sin embargo, el tiempo marca el cuerpo en el incesante trajín que organiza el vacío para un ser-sin-mundo que ha sido blindado al cambio cualitativo.

Justine padece un  extrañamiento galopante y sin retorno. He ahí su malestar. No se trata únicamente del extrañamiento propio del ser que pregunta, admira o cuestiona para seguidamente aprehender significativamente lo real; lo que se produce es un desarraigo por impotencia y perdida definitiva de horizonte. El vagabundeo está servido. El hombre se caracteriza por su ser-ahí – Dasein, en términos heideggerianos – pero también por su constante apertura, por un continuo “caminar hacia” que cuestiona su morada. Es decir, el hombre es, al mismo tiempo, céntrico (está inmenso en su mundo particular, en su morada) y excéntrico (está abierto al universo, a nuevos caminos por venir). Lo propio del ser humano es ese tránsito entre el habitar y el deshabitar, entre el estar arraigado y la fuga hacia lo extranjero. Ahora bien, Justine en su horror vacui sólo es capaz de emprender una desesperada huída hacia delante. Aunque busca el acontecimiento que le permita arraigarse en un nuevo mundo sólo se encuentra con un desierto in-mundo.

El desengaño en sí es capturado de modo sublime por Von Trier en el momento en que Justine deja la foto del refugio que su marido le brinda en la cama. A partir de aquí Justine abandona su último asidero en una caída sin retorno.

Justine se enfrenta a la miseria moral de su jefe, a ese “despreciable hombrecillo sediento de poder”. El nihilismo invade la creatividad de la protagonista: ya no hay grandes ideas por las que morir, solo ideas exprimidas a cualquier precio para seguir girando la gran rueda del mercado que arrastra y exprime aún a costa de lo más preciado. Brutal mecanismo que convierte todo objeto en intercambiable aún a costa de eliminar cualquier aspecto mágico. Racionalización que mesura todo cuanto existe hasta los límites oscuros de nuestra alma.

A pesar de todo,
Justine se intenta refugiar en el despacho de trabajo de su hermana. En un gesto desesperado cambia las láminas de abstracciones geométricas por Ofelia muerta o El jardín de las delicias, como si con ese gesto pudiese abandonar el nihilismo propio de nuestra época y recuperar los ideales perdidos en el tráfago de la vida moderna. La protagonista aunque ha descubierto que es un ser para la muerte, con la que se reconcilia, la libertad que adquiere no le permite empuñar ningún proyecto porque le atraviesa un desencantamiento radical con el mundo. La angustia, a partir de su hundimiento, le permite ver las posibilidades como meras posibilidades, pero su excesiva lucidez le impide arraigarse; el ovillo tira inexorablemente.

No obstante, Justine muestra una serenidad inusitada ante el inminente final del mundo; no teme a Melancolía porque ya ha estado ahí. Ante la presencia del planeta, la lucidez de Justine permite crear una morada que les protege contra la vacuidad de las propuestas de su hermana, aterroriza ante el inminente fracaso del orden de su mundo que se hunde  por la crueldad inexorable de la naturaleza. No hay fin del mundo para un ser-sin-mundo.
     

     Damián Cerezuela Frías

Un método peligroso

Posted: miércoles, 30 de noviembre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , ,
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AÑO: 2011
DURACIóN: 91min.
PAÍS: Reino Unido
DIRECTOR: David Cronemberg
GUIÖN: David Cronenberg (Novela: Christopher Hampton)
MÚSICA: Howard Shore
              Vincent CasselSarah Gadon,Katharina Palm,
              Christian SerritielloAndrea MagroBjorn Geske,

PRODUCCIÓN: Co-producción Canadá-Reino Unido-Alemania-           Suiza; Recorded Picture Company (RPC) / Lago Film / Prospero Pictures / Millbrook Pictures
PREMIOS:  2011Festival de Venecia
               2011Festival de Toronto






Un método peligroso en el cine

"Un método peligroso" expone los comienzos del psicoanálisis como el nacimiento de una empresa piramidal. Con una autoridad autorizante que no se somete a los autorizados, que sólo pueden vender el producto si ellos mismos son sus primeros consumidores. 

David Kronenberg se ha empeñado en hacer películas con Viggo Mortensen y el resultado es: unas películas sin estilo Kronemberg y sin camino nuevo.  Viggo Mortensen hace del personaje de Freud, un Freud algo monigotizado, pero ahí no se ve a ningún actor. Cualquiera a quien le venga bien el traje y no se le despegue la barba no empeoraría la interpretación hierática, contagiada del celuloide del cuello de la camisa y con gestualidad de pasante (cuando está sentado) o de interventor de tren (cuando está de pié).

El papel de Sabina Spielrein interpretado por Keira Knightley es una suma de figura y fondo de la película. Su interpretación es un magistral tocar extremos sin sobreactuar. Una interpretación que consigue trasplantar su paisaje psíquico como conducta y como ambiente. Con tanta estrella fabricada en la mesa de montaje, a base de planos de tres segundos, la interpretación de Keira Knightley hace pensar: ¿a quién han estado dando Oscars?


En la película

En este comentario no vamos a hablar del Prozac.

La película tiene un guión de Topikalia y al tratar del psicoanálisis, se podría decir, le da fondo intelectual a una aventura extramatrimonial. Ese es todo el peligro. La investigación sobre la sexualidad modifica las hipótesis porque el objeto también habla, y todo va mejorando cuando el objeto de estudio también habla el lenguaje de los investigadores. Incluso desambígua el concepto: la líbido también es pulsion de muerte. Se lo enseña la paciente. La amante se instala. Eso es todo: que uno también son tres. 
¿Qué convierte en paciente a la paciente? No haber tomado estado civíl, una virginidad mal llevada y un deseo culpable. Deseo que no es que ella no conociera es que no lo había contado. Y se lo ha de contar a alguien, alguien más convencional que una aguja de corbata y que felizmente casado sostiene un sexualidad reproductiva: Jung. La paciente es la paciente porque hay la contrafigura de la esposa madre. Para que la histerización del cuerpo de la mujer sea completa en algún momento de la película una monja se entrega sin placer: un favor a una parte de la humanidad descarriada. Las tres figuras: madre, monja y ninfómana. 

Al final de la película la paciente es parte de la empresa y está tan tranquila con su embarazo feliz y, aquella desaforada peligrosa, puede pasar una tarde de té con leche y melindros con la esposa. Sabina Spielrein también va a ser madre. La que pudo instalarse entre Freud y Jung también queda instalada entre Jung y la esposa. Uno también son tres, y si con cuatro se hacen dos triángulos entonces cuatro es igual a seis. La transferencia es constatar una multiplicación relacional.

¿Qué pone a la paciente bajo la mirada exploratoria? Lo que le pasa, lo que hace y los síntomas de una mandíbula disparada como queriendo formar parte de otra cara. Lo que le pasa y lo que hace está por ser sabido. Se han de levantar varias capas. Su físico no presenta anormalidades así que hay que levantar los recuerdos, los sueños. todo eso a lo que da la espalda, por eso el psicoanalista se coloca detrás y el instrumento trepanador es el oído: ella habla, se dice, se des-seduce y pone palabras al furor. Hasta ese punto en que el decir se torna un confesar: masturbación. La gran desviación de la prestación reproductiva. Freud se inventó el orgasmo vaginal para culpabilizar al clítoris. (Eso es una "incorrección interesante" porque circula fabricando frustraciones).

Pero hay más: su excitación es masoquista. El método tiene peligros: el objeto de estudio es una carne que no quiere negociar y el investigador está demasiado próximo El primer peligro es para las dulzuras del hogar de vida maridable, de manera que la investigación psicoanalítica de los deseos más íntimos requiere simultáneamente: la confesión sin secretos y el tapujeo a la esposa. El método tiene sus peligros, el método exige una coimplicación para elevar carne, dolor y gemidos a texto o hacer aplicable la sintaxis y la semántica en las nalgas. El método tiene sus peligros el psicoanalista ha de entrar en el pantano de lo que no tiene estado civíl ni estatuto de palabra y llevarlo al relato, a una narración que haga gestionable el deseo socialmente no consentido.

El método tiene peligros ¿cómo hacer que los encuentros sexuales sui generis no sean prosaicos encuentros de amantes y puedan tener el nombre de "terapia"? Con los honorarios. Hasta ahí sabíamos que se trataba de curar por la palabra, después el terapeuta toma el látigo y da a la paciente lo que le pide el cuerpo, (para que el hacer ilumine al saber) y, por último, nos enteramos de que no hay terapia si un dinero no cambia de manos. Es como un prospecto que dijera: "si por este medicamento  paga usted menos de X no surtirá efecto". Puede ser. [Puede ser que con el copago mejoren las estadísticas de salud  de la población]. 

Un método peligroso muestra cómo nace un campo y su profesionalización piramidal. En el caso del psicoanálisis la creación de un software para la conversación y una tarificación de la confianza.  La demarcación está en cobrar: si cobras ya no es palabrería. Creo que Freud sospechó desde el principio que de lo que más ganas tiene todo el mundo es de hablar, incluso de sexo, incluso hacer sexo, pero para que te escuchen.   

Antonio Martínez Márquez







Ciudad de vida y muerte, mitos nacionales (2)

Posted: sábado, 12 de noviembre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , , ,
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Ciudad de vida y muerte
Dirección y guion: Chuan Lu
País: China 
Fecha de estreno: 22 de abril de 2009
Presupuesto estimado: 12 millones de dólares


1. ¿Más de lo mismo?

En mi última entrada hablé de Battle for honor, una película bielorrusa basada en la defensa de una fortaleza soviética en el marco de la segunda guerra mundial. La película que nos ocupa esta semana, Ciudad de vida y muerte, narra la defensa (y masacre) de la ciudad de Nankín, durante la segunda guerra chino-japonesa. De nuevo, tenemos la defensa de una plaza como conflicto y la dinámica supervivencia-sacrificio como polos emocionales, tenemos agresión extranjera y enaltecimiento del heroísmo y, con él, el topos del mito nacional. Y ahora, toca defender por qué lo que en la película bielorrusa no funciona, aquí sí. Con los mismos elementos, apuntando en la misma dirección, Ciudad de vida y muerte es una buena película pese a las banderitas y las proclamas. En cuanto al cine nacional, hablaré de banal aboutness, de Mette Hjort, otro de los aspectos importantes a la hora de ir repartiendo etiquetas y pegatinas.

2. Un malo como dios manda

A diferencia de Battle for honor o la anterior En tierra hostil, en esta película tenemos la presencia del otro, personajes enteros, bien dibujados, consistentes. Además, tenemos las dos caras de la moneda: así como ahora se destila el tipo malvado-cabroncete con el que es difícil no encariñarse, en la película tenemos al demonio del general Iwane y a un joven oficial que va en busca del heroísmo y se lo acaban comiendo los remordimientos. Esto, por un lado, acaba con el maniqueísmo idiota y retrata mejor lo que es una guerra, procurando verosimilitud y ahuyentando el olor a panfleto. Humanizar al enemigo desplaza el centro de atención de la nación a temas como la solidaridad humana o las clases sociales, dándole un poco de vuelo a lo que en primera instancia parecía otra película sobre los horrores que sufrió la patria y la necesidad de estar unidos bajo no se sabe bien qué y una bandera.


 3. Banal aboutness

Podríamos traducir este término como referencia banal (se aceptan sugerencias) y consiste en la aparición, en escena, de elementos relativos a lo nacional cuyo peso específico es puramente ornamental. Es decir, que en una película salga la Sagrada Familia o se coma paella no implica que estemos hablando de cine español, o si lo hace, será en un sentido laxo del concepto de nacional. El pintoresquismo como paisaje de fondo celebra una especificidad obvia y que no tiene mayor alcance que la verdad inmutable de que los sitios distintos son, efectivamente, distintos.

Ciudad de vida y muerte pese al sustrato nacionalista funciona mejor porque se aleja del modelo americano y presenta una especificidad más atrayente. Gran parte del cine chino, japonés o de Hong Kong responde a un sentido del ritmo, a un cuidado del detalle y la fotografía, de la puesta en escena, distinta al cine occidental. Pese al diálogo entre ambos cines, Yimou, Kitano, Wong Kar-Way y Kim Ki-Duk, por mencionar a lo más conocidos, manejan un lenguaje cinematográfico propio que se traduce en los aspectos mencionados antes. En ese sentido, Ciudad de vida y muerte, habla de un mito nacional chino desde un lenguaje cinematográfico propio, pese a algunas concesiones.

Junto a la representación del otro, el otro atractivo de la película son sus méritos formales. Una cámara al hombro que no marea, una fotografía muy cuidada, y unas escenas muy duras tratadas con sobriedad. El guion dosifica bien la trama y procura un ritmo muy atractivo. El mejor ejemplo es la escena que recoge la celebración de la victoria japonesa con un ritual samurái, escena que podéis ver en el tráiler enlazado. 


4. Sobre el cine nacional


El concepto de cine nacional se acostumbra a utilizar para referirse a el cine que, en oposición al cine comercial norteamericano, se produce en países con industrias cinematográficas pequeñas. De la resistencia económica se pasó a la especificidad, y por ello se refinó el término y pasó a designar a aquel cine que, de algún modo, consignaba una especificidad nacional. De ahí que dentro de este paraguas cupieran cines de países tan distintos como el danés, el armenio o el yemení. Como podemos observar, el acento - y el interés- se desplazó a uno de los polos de la cuestión: la nación estrangulada por las representaciones extranjeras y omnímodas, dejando de lado la otra cara de una misma idea. Es aquí cuando entran las consideraciones sobre el cine bélico como generador de mitologías privadas.
  
Gorka Maiztegui Zuazo

Battle for honor, mitos nacionales (1)

Posted: lunes, 17 de octubre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , ,
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Battle for honor - The Brest Fortress
Dirección: Aleksandr Kott
Guion: Aleksey Dudarev, Ekaterina Tirdatova, Igor Ugolnikov, y VVAA.
Bielorrusia - Rusia  2010
Presupuesto: 7 millones de dólares 


Esta semana, en Cinerosos, proponemos un ejercicio de agudeza visual que va algo más allá del juego de las siete diferencias. Compararemos dos películas con un obvio aire de familia, una bielorrusa y otra china, hablaremos de la épica y del mínimo común denominador del cine nacional, las hazañas bélicas. Como la cosa dio de sí, lo he dividido en dos entradas: una centrada en Battle for honor y otra en Ciudad de vida y muerte.

Americanada bielorrusa

Battle for honor (a.k.a. The fortress of Brest) es una producción bielorrusa que narra la defensa de una fortaleza soviética durante la segunda guerra mundial. El protagonista es un niño que toca en la banda de la guarnición que defiende la plaza, y será el que vertebrará las varias tramas que sostienen la película. En ese sentido es interesante ver cómo se confunde la exhaustividad que busca la verosimilitud con la simple variedad de tipos: las tramas se desarrollan a partir de núcleos que cubren un espectro amplio de la audiencia: niño enamorado, familia, pareja joven, oficial veterano, oficial joven, etc. Pasamos de Eisenstein (¿y Dickens?) a una tipología propia de un estudio de mercado que procura la mímesis y, a la vez, la falsa sensación de un universo propio.



Una de los mayores reproches que se le puede hacer a esta película es que se le ve el cartón o, como dicen por ahí, el andamiaje. Lo edénico del principio de la película se vuelve puro sacrificio redentor al final. Los alemanes son un monigote (lo que está fuera, lo otro, el mal) así que el partido se juega en casa. Y ese es el lugar de lo predecible, lo seguro, la valentía y, en fin, el honor. La película no tiene otro fin que enaltecer los valores de sacrificio por la patria (y como siempre, de forma oblicua, los de la libertad o algo así) y del heroísmo individual que cristaliza en la idea de nación. O “lo que hicieron unos pocos hombres valientes” como ADN de mi país. En esta película se pueden encontrar todos los tópicos del género sin apenas artificio para su disimulo: un niño que obedece sin pestañear porque ya es un soldadito, un padre de familia al que no le preocupa tanto la invasión alemana como la incomprensión de su hija adolescente, un amante del cine que pierde a su amada por culpa del invasor (con violación de la madre tierra de por medio), etc.

Lo más interesante de esta película es el hecho de que ya la hemos visto muchas veces, pero firmada (y filmada) por los americanos. Y es precisamente esa diferencia la que ayuda a entenderla; cuestión de automatismos. Acostumbrados a la americanada propagandista y vacua, te sorprende encontrar el mismo producto en el mercado bielorruso. Sin duda es una experiencia del concepto de ideología que manejaba Marx (Feuerbach) y que ha derivado, con el tiempo, en algo así como las ideas y simpatías políticas de cada uno. En este caso, el shock ideológico converge en el concepto de cine nacional.

El cine nacional y la droga bélica

Siguiendo a Vitalli y Willemen podemos rastrear el origen del concepto de cine nacional en la formación de la industria del cine norteamericano. Las productoras norteamericanas, para acabar con la competencia francesa, acuñaron la etiqueta de “American Cinema”, para hacerse con el monopolio del mercado cinematográfico. De este modo, a través de la cultura nacional y la unificación de criterios, se aseguraron una buena tajada de audiencia y, de paso, establecieron la troika cine-industria-Estado. Con el paso del tiempo, el concepto de cine nacional ha pasado a designar lo opuesto: ese contracine producido en países pequeños que intenta resistir a la colonización cultural americana y expresar lo nacional de cada una de ellas. Pese a todo, no está de más tener presente el origen del concepto.

La definición de Susan Hayward de lo que es una nación es bastante útil al respecto: la nación es una entidad abstracta, una comunidad imaginada que se autodefine y se presenta como natural. Ella está pensando en EUA, y puede que, por ejemplo, en el estado español quizás se le pueda poner alguna pega (o no), pero sirve para explicar lo que viene a continuación. Los mitos nacionales (incluidos los fundacionales), se narrativizan como Bildungroman autoevidente y de esencia asumida. Battle for honor, así como muchas otras películas bélicas, encarna lo peor de esta tradición.

El nacionalismo también se exporta; el cine americano es un buen ejemplo de ello. Battle for honor repite todos los tics de ese cine americano de sacrificio y redención para legitimarse como nación, añadiendo la carambola de que hablamos de una Bielorrusia que pertenecía a la Unión soviética y que no obtuvo auxilio en su defensa, asunto que queda claro en la película pero sobre el que no se cargan las tintas, poniendo un huevo en cada cesto.

Tampoco es mala idea, y con esto termino, atender a los excesos de este tipo de género cinematográfico, pues de algún modo, nos señalan los defectos de esos productos amplificándolos. Me refiero a El nacimiento de una nación y El triunfo de la voluntad, dos obras de arte ideológicamente repugnantes, pero formalmente excepcionales.

Y después de esta sobredosis de testosterona, una recomendación como antídoto: Senderos de gloria. La semana que viene hablaré de Ciudad de Vida y muerte y cerramos el artículo.

                                                            Gorka Maiztegui Zuazo

Gracias por fumar y la sofística en las sociedades de control

Posted: martes, 4 de octubre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , , ,
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Título: Gracias por fumar 
Título original: Thank you for smoking 
Dirección: Jason Reitman 
País: Estados Unidos 
Año:2005 
Fecha de estreno: 22/09/2006 
Duración: 92 min. 
Género: Drama, Comedia 
Reparto: Joan Lunden, Eric Haberman, Aaron Eckhart, Mary Jo Smith, Todd Louiso, Jeff Witzke, J.K. Simmons, Marianne Muellerleile, Cameron Bright, Alex Diaz 
Guión: Jason Reitman 
Distribuidora: ContentFilm International 
Productora: ContentFilm, Room 9 Entertainment, TYFS Productions LLC  
Presupuesto: 6.500.000,00 $
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“El departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el "alma"(...). Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños (...). El hombre ya no está encerrado sino endeudado.” (DELEUZE: Post-escriptum sobre las sociedades de control).
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Gracias por fumar explica la historia de Nick Nailor, un personaje cuya profesión consiste en defender a la industria tabacalera americana ante la opinión pública. Su capacidad para persuadir, para argumentar a favor de tesis más que dudosas, con su sonrisa y sobre todo con su saber discurrir, hacen de él un encantador de masas invencible en su cometido.
           
El parecido del protagonista con los sofistas de la antigua Grecia se hace patente en su dominio de la retórica, esto es, en el arte de persuadir independientemente de la validez de las razones aducidas (fíjense en la escena del colegio). Nick defiende que lo único que orienta los distintos puntos de vista, equivalentes inicialmente en tanto que “el hombre es la medida de todas las cosas”, es la utilidad que le puedan proporcionar. Pero a diferencia de los escrúpulos morales que mostraba el relativismo de Protágoras, Nick Tailor es sencillamente un egocéntrico que no tiene ningún inconveniente en practicar la erística - como los sofistas que siguieron a los grandes maestros o la campaña política que PPSOE acaban de comenzar en vistas del 20N -, es decir, el arte de vencer en las discusiones refutando las afirmaciones del adversario sin considerar bajo ningún aspecto la verdad o falsedad de su planteamiento. Vean, si no, el inicio de la película:
  
  

 
--> --> -->Para Nick el éxito constituye la virtud. Y para ganar nada mejor que saber razonar, es decir, saber utilizar argumentos que validen tu posición o, al menos, que parezcan que así lo hacen. La negociación, en cambio, no es su estilo porque constituye un punto de equilibrio entre las pérdidas y las ganancias de los implicados, de manera que nunca es un verdadero éxito. Para Nick Tailor lo único importante no es alcanzar la verdad, sino conseguir aquello que se propone. Así se lo enseña a su hijo: 
  
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La función de la palabra para éste sofista posmoderno se sitúa en las antípodas del planteamiento socrático: mientras que para Sócrates lo importante es el diálogo entendido como una escucha activa que detecta las contradicciones de lo dicho para encintar la verdad en el alma de los participantes, Nick Tailor representa una posición nihilista que recuerda la enseñanza de Gorgias:

Nada existe.
Si algo existe, no puede ser conocido.
Si algo existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado.

Desde esta perspectiva, lo único que existe son las apariencias que manipula el sabio. Cuando la palabra pierde el vínculo con el ser, deja de ser vehículo de verdad para convertirse únicamente en portadora de persuasión y de sugestión en aspectos prácticos de la vida. Y la independencia de todo valor absoluto cognoscitivo o moral, convierten a la retórica en un arma omnipotente.

El ritmo ligero de la película no descuida los momentos profundamente ingeniosos. En la siguiente escena, Nick reduce al absurdo el planteamiento de su hijo, mediante un cambio de discurso o tablero de juego. La escena sirve como muestra de que la verdad de una afirmación depende de la coagulación de diversos discursos que le dan sentido. En este caso, la libertad personal, al ser un valor intocable defendido por la ciudadanía norteamericana, le sirve a Nick para justificar una infinidad de posiciones a lo largo de su carrera. 

      
 

Foucault ilustró excelentemente en su Historia de la locura cómo mientras en la Edad Media se consideraba al loco como aquel que está afectado por una facultad especial, entre lo divino y lo demoníaco, a partir de una época determinada, gracias a la creación de múltiples discursos (médico, jurídico, etc), el loco pasó a ser un desposeído de raciocinio, un insano convertido en extranjero que se necesitaba controlar o encerrar debido al peligro que representaba. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que se considere al loco de modo distinto? Sin duda, tal y como responde el mismo Foucault a partir de El Orden del discurso, las distintas relaciones de poder que hay detrás de la formación de los distintos saberes. Es decir, lo que entendemos por locura, su verdad, se relaciona con los intereses dominantes. O como dice el mismo Foucault de manera provocativa: la verdad “de hecho, solo es una invención de las clases dirigentes” (Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia, Pre-textos,1997, p. 19).  

Nick es consciente de que para tener poder lo importante es disponer de la capacidad para plantear las cuestiones que dominen el imaginario colectivo. A él no le interesa descubrir si algo es verdadero o falso sino saber como se construye la verdad - su objetivo es producir el sentido-; sabe que si tiene la elocuencia para hacerlo puede cuestionar incluso que el tabaco pueda ser más peligroso que el queso (véase la película). De hecho, tenemos un sinfín de ejemplos en los continuos desvíos de interés que producen actualmente los medios de comunicación sobre temas que son más interesantes de tratar. Aunque en este caso mayoritariamente no se trata tanto de elocuencia por parte de los medios como de bombardeo continuo de estupidez. En este punto conviene recordar una reflexión de Deleuze en su obra Diferencia y Repetición:

“Como si no siguiéramos siendo esclavos, mientras no dispongamos de los problemas, mientras no dispongamos de los problemas como tales, de un derecho a los problemas, de la gestión de los problemas.”

Si pones tú el tablero todos jugarán a lo que tú quieres. Nick ha comprendido que el poder hoy no es aquello que te reprime sino lo que te hace ser lo que eres. Por eso sabe que, si consigue hacer que la industria cinematográfica de Hollywood participe en la creación de un modelo que seduzca a todos los espectadores, las ventas del tabaco se multiplicarán exponencialmente.

Nuestros gustos personales se fabrican en los despachos de telemarketing de las grandes empresas; desde allí se deciden los diálogos que íntimamente mantenemos con los nuestros. 
Damián Cerezuela Frías 


CC

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