Battle for honor, mitos nacionales (1)

Posted: lunes, 17 de octubre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , ,
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Battle for honor - The Brest Fortress
Dirección: Aleksandr Kott
Guion: Aleksey Dudarev, Ekaterina Tirdatova, Igor Ugolnikov, y VVAA.
Bielorrusia - Rusia  2010
Presupuesto: 7 millones de dólares 


Esta semana, en Cinerosos, proponemos un ejercicio de agudeza visual que va algo más allá del juego de las siete diferencias. Compararemos dos películas con un obvio aire de familia, una bielorrusa y otra china, hablaremos de la épica y del mínimo común denominador del cine nacional, las hazañas bélicas. Como la cosa dio de sí, lo he dividido en dos entradas: una centrada en Battle for honor y otra en Ciudad de vida y muerte.

Americanada bielorrusa

Battle for honor (a.k.a. The fortress of Brest) es una producción bielorrusa que narra la defensa de una fortaleza soviética durante la segunda guerra mundial. El protagonista es un niño que toca en la banda de la guarnición que defiende la plaza, y será el que vertebrará las varias tramas que sostienen la película. En ese sentido es interesante ver cómo se confunde la exhaustividad que busca la verosimilitud con la simple variedad de tipos: las tramas se desarrollan a partir de núcleos que cubren un espectro amplio de la audiencia: niño enamorado, familia, pareja joven, oficial veterano, oficial joven, etc. Pasamos de Eisenstein (¿y Dickens?) a una tipología propia de un estudio de mercado que procura la mímesis y, a la vez, la falsa sensación de un universo propio.



Una de los mayores reproches que se le puede hacer a esta película es que se le ve el cartón o, como dicen por ahí, el andamiaje. Lo edénico del principio de la película se vuelve puro sacrificio redentor al final. Los alemanes son un monigote (lo que está fuera, lo otro, el mal) así que el partido se juega en casa. Y ese es el lugar de lo predecible, lo seguro, la valentía y, en fin, el honor. La película no tiene otro fin que enaltecer los valores de sacrificio por la patria (y como siempre, de forma oblicua, los de la libertad o algo así) y del heroísmo individual que cristaliza en la idea de nación. O “lo que hicieron unos pocos hombres valientes” como ADN de mi país. En esta película se pueden encontrar todos los tópicos del género sin apenas artificio para su disimulo: un niño que obedece sin pestañear porque ya es un soldadito, un padre de familia al que no le preocupa tanto la invasión alemana como la incomprensión de su hija adolescente, un amante del cine que pierde a su amada por culpa del invasor (con violación de la madre tierra de por medio), etc.

Lo más interesante de esta película es el hecho de que ya la hemos visto muchas veces, pero firmada (y filmada) por los americanos. Y es precisamente esa diferencia la que ayuda a entenderla; cuestión de automatismos. Acostumbrados a la americanada propagandista y vacua, te sorprende encontrar el mismo producto en el mercado bielorruso. Sin duda es una experiencia del concepto de ideología que manejaba Marx (Feuerbach) y que ha derivado, con el tiempo, en algo así como las ideas y simpatías políticas de cada uno. En este caso, el shock ideológico converge en el concepto de cine nacional.

El cine nacional y la droga bélica

Siguiendo a Vitalli y Willemen podemos rastrear el origen del concepto de cine nacional en la formación de la industria del cine norteamericano. Las productoras norteamericanas, para acabar con la competencia francesa, acuñaron la etiqueta de “American Cinema”, para hacerse con el monopolio del mercado cinematográfico. De este modo, a través de la cultura nacional y la unificación de criterios, se aseguraron una buena tajada de audiencia y, de paso, establecieron la troika cine-industria-Estado. Con el paso del tiempo, el concepto de cine nacional ha pasado a designar lo opuesto: ese contracine producido en países pequeños que intenta resistir a la colonización cultural americana y expresar lo nacional de cada una de ellas. Pese a todo, no está de más tener presente el origen del concepto.

La definición de Susan Hayward de lo que es una nación es bastante útil al respecto: la nación es una entidad abstracta, una comunidad imaginada que se autodefine y se presenta como natural. Ella está pensando en EUA, y puede que, por ejemplo, en el estado español quizás se le pueda poner alguna pega (o no), pero sirve para explicar lo que viene a continuación. Los mitos nacionales (incluidos los fundacionales), se narrativizan como Bildungroman autoevidente y de esencia asumida. Battle for honor, así como muchas otras películas bélicas, encarna lo peor de esta tradición.

El nacionalismo también se exporta; el cine americano es un buen ejemplo de ello. Battle for honor repite todos los tics de ese cine americano de sacrificio y redención para legitimarse como nación, añadiendo la carambola de que hablamos de una Bielorrusia que pertenecía a la Unión soviética y que no obtuvo auxilio en su defensa, asunto que queda claro en la película pero sobre el que no se cargan las tintas, poniendo un huevo en cada cesto.

Tampoco es mala idea, y con esto termino, atender a los excesos de este tipo de género cinematográfico, pues de algún modo, nos señalan los defectos de esos productos amplificándolos. Me refiero a El nacimiento de una nación y El triunfo de la voluntad, dos obras de arte ideológicamente repugnantes, pero formalmente excepcionales.

Y después de esta sobredosis de testosterona, una recomendación como antídoto: Senderos de gloria. La semana que viene hablaré de Ciudad de Vida y muerte y cerramos el artículo.

                                                            Gorka Maiztegui Zuazo

Gracias por fumar y la sofística en las sociedades de control

Posted: martes, 4 de octubre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , , ,
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Título: Gracias por fumar 
Título original: Thank you for smoking 
Dirección: Jason Reitman 
País: Estados Unidos 
Año:2005 
Fecha de estreno: 22/09/2006 
Duración: 92 min. 
Género: Drama, Comedia 
Reparto: Joan Lunden, Eric Haberman, Aaron Eckhart, Mary Jo Smith, Todd Louiso, Jeff Witzke, J.K. Simmons, Marianne Muellerleile, Cameron Bright, Alex Diaz 
Guión: Jason Reitman 
Distribuidora: ContentFilm International 
Productora: ContentFilm, Room 9 Entertainment, TYFS Productions LLC  
Presupuesto: 6.500.000,00 $
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“El departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el "alma"(...). Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños (...). El hombre ya no está encerrado sino endeudado.” (DELEUZE: Post-escriptum sobre las sociedades de control).
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Gracias por fumar explica la historia de Nick Nailor, un personaje cuya profesión consiste en defender a la industria tabacalera americana ante la opinión pública. Su capacidad para persuadir, para argumentar a favor de tesis más que dudosas, con su sonrisa y sobre todo con su saber discurrir, hacen de él un encantador de masas invencible en su cometido.
           
El parecido del protagonista con los sofistas de la antigua Grecia se hace patente en su dominio de la retórica, esto es, en el arte de persuadir independientemente de la validez de las razones aducidas (fíjense en la escena del colegio). Nick defiende que lo único que orienta los distintos puntos de vista, equivalentes inicialmente en tanto que “el hombre es la medida de todas las cosas”, es la utilidad que le puedan proporcionar. Pero a diferencia de los escrúpulos morales que mostraba el relativismo de Protágoras, Nick Tailor es sencillamente un egocéntrico que no tiene ningún inconveniente en practicar la erística - como los sofistas que siguieron a los grandes maestros o la campaña política que PPSOE acaban de comenzar en vistas del 20N -, es decir, el arte de vencer en las discusiones refutando las afirmaciones del adversario sin considerar bajo ningún aspecto la verdad o falsedad de su planteamiento. Vean, si no, el inicio de la película:
  
  

 
--> --> -->Para Nick el éxito constituye la virtud. Y para ganar nada mejor que saber razonar, es decir, saber utilizar argumentos que validen tu posición o, al menos, que parezcan que así lo hacen. La negociación, en cambio, no es su estilo porque constituye un punto de equilibrio entre las pérdidas y las ganancias de los implicados, de manera que nunca es un verdadero éxito. Para Nick Tailor lo único importante no es alcanzar la verdad, sino conseguir aquello que se propone. Así se lo enseña a su hijo: 
  
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La función de la palabra para éste sofista posmoderno se sitúa en las antípodas del planteamiento socrático: mientras que para Sócrates lo importante es el diálogo entendido como una escucha activa que detecta las contradicciones de lo dicho para encintar la verdad en el alma de los participantes, Nick Tailor representa una posición nihilista que recuerda la enseñanza de Gorgias:

Nada existe.
Si algo existe, no puede ser conocido.
Si algo existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado.

Desde esta perspectiva, lo único que existe son las apariencias que manipula el sabio. Cuando la palabra pierde el vínculo con el ser, deja de ser vehículo de verdad para convertirse únicamente en portadora de persuasión y de sugestión en aspectos prácticos de la vida. Y la independencia de todo valor absoluto cognoscitivo o moral, convierten a la retórica en un arma omnipotente.

El ritmo ligero de la película no descuida los momentos profundamente ingeniosos. En la siguiente escena, Nick reduce al absurdo el planteamiento de su hijo, mediante un cambio de discurso o tablero de juego. La escena sirve como muestra de que la verdad de una afirmación depende de la coagulación de diversos discursos que le dan sentido. En este caso, la libertad personal, al ser un valor intocable defendido por la ciudadanía norteamericana, le sirve a Nick para justificar una infinidad de posiciones a lo largo de su carrera. 

      
 

Foucault ilustró excelentemente en su Historia de la locura cómo mientras en la Edad Media se consideraba al loco como aquel que está afectado por una facultad especial, entre lo divino y lo demoníaco, a partir de una época determinada, gracias a la creación de múltiples discursos (médico, jurídico, etc), el loco pasó a ser un desposeído de raciocinio, un insano convertido en extranjero que se necesitaba controlar o encerrar debido al peligro que representaba. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que se considere al loco de modo distinto? Sin duda, tal y como responde el mismo Foucault a partir de El Orden del discurso, las distintas relaciones de poder que hay detrás de la formación de los distintos saberes. Es decir, lo que entendemos por locura, su verdad, se relaciona con los intereses dominantes. O como dice el mismo Foucault de manera provocativa: la verdad “de hecho, solo es una invención de las clases dirigentes” (Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia, Pre-textos,1997, p. 19).  

Nick es consciente de que para tener poder lo importante es disponer de la capacidad para plantear las cuestiones que dominen el imaginario colectivo. A él no le interesa descubrir si algo es verdadero o falso sino saber como se construye la verdad - su objetivo es producir el sentido-; sabe que si tiene la elocuencia para hacerlo puede cuestionar incluso que el tabaco pueda ser más peligroso que el queso (véase la película). De hecho, tenemos un sinfín de ejemplos en los continuos desvíos de interés que producen actualmente los medios de comunicación sobre temas que son más interesantes de tratar. Aunque en este caso mayoritariamente no se trata tanto de elocuencia por parte de los medios como de bombardeo continuo de estupidez. En este punto conviene recordar una reflexión de Deleuze en su obra Diferencia y Repetición:

“Como si no siguiéramos siendo esclavos, mientras no dispongamos de los problemas, mientras no dispongamos de los problemas como tales, de un derecho a los problemas, de la gestión de los problemas.”

Si pones tú el tablero todos jugarán a lo que tú quieres. Nick ha comprendido que el poder hoy no es aquello que te reprime sino lo que te hace ser lo que eres. Por eso sabe que, si consigue hacer que la industria cinematográfica de Hollywood participe en la creación de un modelo que seduzca a todos los espectadores, las ventas del tabaco se multiplicarán exponencialmente.

Nuestros gustos personales se fabrican en los despachos de telemarketing de las grandes empresas; desde allí se deciden los diálogos que íntimamente mantenemos con los nuestros. 
Damián Cerezuela Frías 


CC

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